yo te bendigo, Vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;
porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
Amé, fui amada, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!